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Los arhuacos que retornaron su cultura al mar luego de cuatro siglos

Desde la llegada de los españoles a la Sierra Nevada, donde estuvieron a punto de ser exterminados, estos indígenas no se conectaban con uno de sus sitios sagrados: el mar Caribe.

Los arhuacos que retornaron su cultura al mar luego de cuatro siglos

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Los arhuacos que retornaron su cultura al mar. Foto: Sergio Vásquez/ Travesía El Caribe Respira

Jaison Pérez puede ser de los pocos seres humanos en el planeta con la capacidad de convertir un viaje espiritual en un viaje real.

Pérez, cuyo nombre en arhuaco es Gunsey Nunmaku, es un indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta que tuvo la fortuna de conectarse con el mar al certificarse como buzo y recrear materialmente, después de cientos de años de estar haciéndolo espiritualmente, las habilidades de los antiguos indígenas tayrona en las artes marítimas. 

"En la transición espiritual, antes de pensar en ti hay alguien más que tú tienes que cuidar y sanar. Ahí entran los ríos, y a través de ellos se llega al mar, todo llega al mar. El mar es un sitio sagrado, es un conector espiritual para nosotros, porque se llega a él a través del río, del viento", explica.

Los arhuacos de hoy son descendientes de los tayrona. Ellos dominaban la Sierra Nevada cuando los españoles pisaron estas tierras. Las flechas envenenadas de los indígenas ganaron algunas batallas, pero el poderío europeo terminó por exiliarlos a las partes altas de esta montaña, única en el planeta. Pasaron siglos antes de que durante mucho tiempo los descendientes de los tayrona: los wiwa, los kogui, los kakuamos y los arhuacos, habitaron las partes alta y media de la montaña, convirtiendo en espiritual una relación manifiesta con el mar, a través del cual pudieron llegar a Centroamérica, de acuerdo con la investigación del capitán Francisco Ospina Navia.

Estudios de Ospina Navia indican que los tayronas era excelsos navegantes. Unió cabos sueltos para sustentar su afirmación, a partir de hallazgos tanto en Centroamérica como en la Sierra.

En elementos pertenecientes a las culturas centroamericanas asentadas en la península de Yucatán, se encontró mucho cuarzo, una piedra que naturalmente no se encuentra en esa área pero sí aquí. Hoy, Franco Ospina, hijo de Francisco, retoma la historia y relata que acá en la Sierra Nevada, también hay vestigios de Centroamérica. 

"Con sorpresa, vimos que los tayronas tenían mucho jade, una piedra que no es de esta zona del mundo. La relación salta a la vista, y para la época, la única forma de intercambiar elementos y piedras preciosas era a través del mar, no cabe duda para nosotros que los tayronas eran excelsos navegantes", concluye el capitán Ospina.

"Ser buzo es una forma de complementar el conocimiento espiritual, la conexión de la cultura Tayrona con el mar, la Sierra y los ríos", explica Jaison. Y es que para los arhuacos mantener el equilibrio lo es todo. Nunca abandonaron el mar aun estando lejos, porque para ellos, desde el conocimiento cuando se enseña a un mamo o se enseña la cultura, se viaja dentro del mar ya que objetos y tradiciones están vinculadas directamente al océano. El pensamiento arhuaco les enseña a armonizar la cultura y las vivencias. 

Los inicios de Jaison en el buceo fueron por iniciativa del capitán Franco Ospina. En su primer contacto con el mar, la sangre lo llamó, Jaison sintió de inmediato la conexión espiritual que por siglos habían sentido sus ancestros. Encontró en las aguas del Caribe el complemento a cada planta, árbol, piedra y animal con los que convivió en la Sierra. Faltaba eso, faltaba además de saber nadar, apreciar en inmensa magnitud toda la vida marina, en el agua, en donde inicia todo lo que un arhuaco desea conservar y mantener porque hasta la misma Sierra en la que habitan, salió del mar hace millones de años.

Su experiencia arrastró a más arhuacos. Hoy son 27 indígenas los que disfrutan de la maravillosa experiencia de reencontrarse con el mar.

Jaison fue el precursor, pero las banderas de la etnia ya caen en las 54 manos con las que intentan conquistar cada vez más profundidades en el arte de bucear. 

La arhuaca que conquistó el mar

Daniela Balaguera es uno de esos nuevos símbolos. Estudiante de derecho de 27 años, esta arhuaca tomó también entre sus manos la responsabilidad de ayudar en la reconexión de su cultura con el mar. 

"Es importante reconectarnos, devolvernos a nosotros esa oportunidad y fortalecer la pervivencia de esas prácticas culturales y ancestrales, además del ecosistema marino y muchas especies que hoy se encuentran amenazadas", explica Daniela. 

Hace 4 años cuando inició con esta inquietud por el mar, la sedujo el traducir en hechos uno de los pilares de la cultura arhuaca, y es el arraigo a los elementos naturales que se encuentran en el entorno, y qué mejor entorno que el mar, el lugar en donde descansa su sagrada Sierra.

Los arhuacos son, per sé, guardianes de la naturaleza y veedores del buen uso de los recursos naturales. La presencia de 27 de ellos en el mar, que mantienen sus creencias y prácticas vivas, sin duda alguna se convierte en un paso gigante para el rescate de una tradición ancestral que los llevó hasta Centroamérica.

 Al mismo tiempo, el celo por mantener el equilibrio ambiental ayuda a un ecosistema que pide auxilio a gritos, ahogado en sobrepesca, en plástico, en deforestación y otros males que requieren con urgencia que todos pongamos una mano para salvar nuestro mar.

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