Internacional

Murió George Blake, el histórico espía británico que trabajaba para la KGB

Blake confesó ser responsable del descubrimiento de más de 600 agentes secretos británicos en la Unión Soviética, pero negó ser un traidor.

Fue descubierto en 1961 y condenado a 42 años de cárcel, aunque logró fugarse y llegar en 1965 a Moscú. Foto: Getty Images

El legendario espía británico George Blake, que trabajó para el KGB soviético, murió este sábado a los 98 años, informó la oficina de prensa del Servicio de Espionaje Exterior (SVR, según sus siglas en ruso).


"Hoy ha muerto el legendario espía, coronel del SVR de Rusia, George Blake. Él amaba sinceramente nuestro país y admiraba el logro de nuestro pueblo durante la Gran Guerra Patria", señala la nota oficial.

Blake nació en 1922 en Holanda, donde se enroló en la resistencia contra la invasión nazi, tras lo que emigró a Inglaterra, donde entró a formar parte de los servicios de inteligencia.


Tras estudiar ruso, fue enviado a Seúl en 1948 para recabar información contra la Unión Soviética, pero fue apresado en 1950 cuando la ciudad fue tomada por las tropas norcoreanas durante la Guerra de Corea.

Posteriormente, reconocería a la prensa occidental que se cambió de bando durante su estancia en prisión, pero no por las torturas que sufrió, sino tras haber sido testigo del bombardeo masivo de Corea del Norte por la aviación estadounidense.

Entonces Blake ofreció sus servicios al KGB, para el que trabajó tras su liberación en 1953 y su retorno al Reino Unido.


Fue descubierto en 1961 y condenado a 42 años de cárcel, aunque logró fugarse y llegar en 1965 a Moscú, donde viviría hasta su muerte bajo una nueva identidad, Gueorgui Bejter, y una pensión del KGB.

 Por su trabajo obtuvo la Orden de Lenin y en su 98 cumpleaños, el pasado 11 de noviembre, recibió un telegrama de felicitación del presidente ruso, Vladímir Putin, antiguo oficial del KGB.

Blake confesó ser responsable del descubrimiento de más de 600 agentes secretos británicos en la Unión Soviética, pero negó ser un traidor, ya que dijo que nunca se había sentido ciudadano británico y se declaraba un fiel creyente en el Comunismo.