Continúan las protestas en Ecuador, los manifestantes se saltan el toque de queda
Los manifestantes regresaron a El Arbolito para seguir protestando en contra de las medidas que ha manifestado el presidente, Lenín Moreno.
A pie o aglutinados en las tolvas de las camionetas, los ecuatorianos desafiaron este domingo el toque de queda decretado en la víspera por el Gobierno y volvieron a salir a las calles de Quito para manifestarse por miles en El Arbolito, el parque del centro convertido ya en un emblema desastroso de las protestas.
El Arbolito volvió a ser el escenario propio de una guerra, punto neurálgico del enfrentamiento entre los indígenas que lideran las protestas y los policías.
El parque ardió sobre quemado tras haberse despertado cubierto de cenizas, escombros, improvisadas barricadas hechas con adoquines y de fogatas aún humeantes que testificaban la violencia que se vivió el sábado, con un enfrentamiento que duró todo el día y se extendió por otras partes de la ciudad.
Desde temprano los manifestantes regresaron a El Arbolito, llegados desde distintas partes de la periferia de la ciudad ante la indignación por la represión a las protestas, que han dejado hasta ahora 7 muertos y más de 1.100 heridos tras 11 días de conflicto, según la Defensoría del Pueblo.
También venían del centro colonial de la capital, que estos días está casi íntegramente cerrado al tráfico por las barricadas puestas por la Policía para proteger el Palacio de Carondelet, la sede del Gobierno ecuatoriano, pero en cuyos alrededores hasta las meretrices estaban en la calle sin temor alguno al toque de queda.
Algunas se apoyaban en los muros de los históricos edificios de Quito declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1978, que estos días sirven de mural de grafitis contra el Gobierno y el presidente Lenín Moreno.
Las pintadas mezclan mensajes de resistencia con exabruptos a Moreno, algunos con fina creatividad como uno con la sigla FMI que decía "Fuera Moreno Inepto", en lugar de Fondo Monetario Internacional, al que culpan de las medidas de austeridad adoptadas por el Gobierno para un préstamo de 4.200 millones de dólares.
Por la cuesta de la calle Manabí bajaba junto a otras mujeres rumbo a El Arbolito Masa Arias, quien aseguró a Efe que el toque de queda "no se puede respetar".
"¿Cómo nos vamos a quedar en casa cuando nuestros hermanos indígenas están batallando y muriendo por nuestra gente? Tenemos que salir aunque nos muramos de hambre", afirmó Arias.
A pocos metros estaba Giovanni Padilla, dueño de un restaurante que desde hace casi dos semanas solo tiene como clientes a los policías que custodian uno de los cercos para proteger Carondelet, el palacio de Gobierno.
"Esto es un caos por ahora. Estoy de acuerdo con el toque de queda para que esto se normalice, porque en estos días hay muchos 'malandros' (malhechores) que especialmente quieren ingresar a nuestros locales", relató Padilla.
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