Así vive como madre en las Farc la esposa de Carlos Antonio Lozada
Milena Reyes tuvo a su hija hace 40 días. La paz le abrió la posibilidad de ser madre pero la incertidumbre sobre el fin de la guerra aún es mucha.
Por: Mónica Jaramillo Arias
El día en que el ‘NO’ ganó el plebiscito por la paz, el mundo de Milena Reyes se derrumbó. Fue una de las cosas ‘más duras’ que le han pasado en la vida, porque aunque era un hecho que las Farc habían perdido, no solo veía truncado su sueño de dejar la guerra atrás, sino también, la esperanza de dar a luz a su primer hijo fuera del conflicto.
Tres meses atrás, cuando aún no sabía que estaba embarazada, el peor de los panoramas hubiera sido que regresaría al monte. Cargaría de nuevo su fusil al hombro y volvería a ver a sus camaradas morir sin pensar mucho en el futuro. Pero ahora había algo distinto. Dentro de su cuerpo crecía una vida que tendría que arrastrar al conflicto. Y ¿en esas circunstancias quién quiere traer un hijo al mundo?
Nunca ha sido un secreto que la mayoría de mujeres de las Farc han renunciado a su derecho de convertirse en madres durante años. Primero, porque por obvias razones una lucha no da para criar niños, y segundo, porque en caso de tenerlos, el temor de que el Estado los usara como un arma para doblegar la moral de los combatientes era demasiado grande. Muchas, además, han visto sus hijos morir, y otras han tenido que entregarlos a penas pocos días de nacer.
Por eso cuando a Milena le preguntaban si quería ser mamá, respondía: ¡Para la guerra nada! Ahora, cuando a sus 28 años se convirtió en madre junto al comandante Carlos Antonio Lozada, pareciera que ya no existiera esa palabra. Y en algún sentido es así, pues no hay duda de que su hija Dalila nació gracias al momento histórico de la paz. No en vano, desde principios de 2017 los medios ya hablaban de un ‘baby boom’de las Farc en el que nacerían al menos 300 niños.
¿Cómo vive ahora su día a día dentro del campamento? Según cuenta, ser madre dentro de la organización es una mezcla de muchas responsabilidades. El cuidado de un hijo es el mismo que el de cualquier otro gracias a que ahora está en las zonas veredales; Lo único diferente es que Milena tiene un compromiso con las Farc. El de seguir luchando para sacar adelante un proceso de paz que les de las garantías para sobrevivir.
Con la firma del acuerdo, miles de hombres y mujeres ingresarán a la legalidad. Sin trabajo fijo, estudio, ni mucho dinero, lo más lógico es que sus necesidades incrementarán con el nacimiento de sus hijos. Y como está pactado desde La Habana, el Gobierno es quien tendría que ofrecer garantías a estos nuevos padres para darle una buena calidad de vida a sus hijos. Sin embargo, de acuerdo a Milena, la incertidumbre en las zonas aún es muy grande.
Los insurgentes se quejan de las demoras, la logística del gobierno y las condiciones de salubridad. “La situación está muy difícil", dice. "Barro, contaminación del agua… es feo decirlo, pero vivíamos mejor en épocas de guerra”.
Así las cosas, una de las principales preocupaciones de Milena es agilizar con el Gobierno los inconvenientes que existen en las zonas para poder acomodar adecuadamente a los cientos de niños y niñas que han nacido en los últimos meses.
Como mujer guerrillera, acostumbrada a la lucha y al trabajo en comunidad, Milena confiesa que asumir el rol de madre ha sido fuerte. Aunque Dalila le devolvió la ternuna que la guerra le había arrebatado, la maternidad no es algo por lo que esté dispuesta a dejarse limitar.
“Si algo hemos aprendido en la organización es a asumir nuestro papel como mujeres en la sociedad y por eso vamos a estar haciendo las dos cosas a la vez. Como madres asumiremos nuestro compromiso, pero no olvidamos la lucha. Antes que todo fuimos guerrilleras y ahora nos preparamos para asumir nuestro compromiso como lideresas políticas”.
A pesar de todas las dificultades que sabe que se le seguirán presentando en el camino, Milena, como cualquier madre, sueña para su hija un país en paz. Donde viva sin temor a ser perseguida y donde los líderes sociales no sean asesinados. Sobre todo sueña "que nunca más se vaya a repetir un conflicto armado en Colombia y que mi hija no tenga que ver lo que vieron mis abuelos, mis padres y yo”, dice.
Hoy 14 de mayo, Milena celebra en el campamento de Icononzo, Tolima, su primer día de la madre. Con cientos de adversidades al frente, pero al lado de su hija y con la esperanza de que la paz la permita verla crecer.