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Amor por la vida, el legado más grande de una madre

Hace ocho años rescataron a un perro que la muerte no pudo llevar, hoy van más de 250 y en ascenso. Así nacieron sus salvadoras.

Claudia Motta. Foto: Cortesía/ El Santuario

Por Diego Rojas

@diego_roller

Todo comienza ocho años atrás con Bruno, un perro que, como muchos, consideraba su hogar a un lugar en el que no lo querían. Solo una madre real acepta a quienes otros no. A él lo querían muerto o lejos, pero ella solo quería verlo feliz. 

María Claudia Motta es la protagonista de una historia de amor sin límites. Su legado cada día toma más fuerza; y aunque todavía no es abuela, sus hijas ya comparten ese espíritu de maternidad.


La vida deja enseñanzas con cada experiencia, pero qué aprender de ella es una decisión personal. Valentina y María Paula Obando se sienten orgullosas de su caso, porque gracias a Claudia, su madre, en sus corazones se mantiene con fuerza el amor por los animales y el instinto de protección hacia ellos.

Cuando estaban en el colegio, conocieron a Bruno. Él vagaba por los alrededores y, prácticamente, consideraba la calle como su hogar. A Bruno lo intentaron matar. Una herida de machete en su cuello lo confirmaba. Luego, lo abandonaron, pero él regresó una semana después como ese hijo que nunca abandona a su familia, así ésta no lo quiera cerca. Para ese entonces, Claudia ya era su ángel. Cada día, cuando recogía a sus hijas, Claudia le llevaba comida y le enseñaba lo que es sentirse amado.

Pero el colegio ya había dado un ultimátum, si nadie recogía a Bruno, lo llevaría a Zoonosis. ¿Quién podría cambiar la suerte de un perro callejero? – Su ángel guardián ya había sido enviado. Claudia lo llevó a la fundación Voz Animal, en Sopó, y se encargó de pagar por su estadía y protección.

Esta fue la experiencia que cambió la vida de la familia y preparó el camino que las hijas de Claudia querían seguir. Su proyecto inició como un hogar de paso en Chía, Cundinamarca. En aquel momento, ellas ya tenían dos perros, pero recibían a quienes necesitaran ayuda y les daban una oportunidad de vida.

Claudia no ve a los animales como otros seres con los que compartimos la Tierra, sino como hijos que también merecen ser cuidados. Por esta razón, hace tres años se mudó a Cajicá, donde fundó El Santuario, un lugar que hoy cuenta con 40 perros y 30 gatos, todos disponibles para ser adoptados. 

Cada día significa un nuevo reto, una nueva oportunidad de brindar felicidad a estos seres y permitirles saber lo que es tener un hogar. Claudia permanece en El Santuario, todos los perros duermen en el primer piso de la casa, donde disponen de cobijas para tener noches cómodas. Durante el día, hay espacio para juegos, especialmente cuando llegan las jornadas de integración o fechas especiales para pasear con algunos de ellos. 

En tres años de actividad, El Santuario ya ha dado en adopción responsable a cerca de 250 mascotas. Una significativa cantidad de vidas que ahora cuentan con un hogar real.

Valentina y María Paula apoyan a su mentora en este proyecto. También son madres de todos los peludos que mueven sus colas cuando están frente a ellas. Las dos se prepararon para ser comunicadoras sociales, y María estudia etología canina para seguir este proceso.


La intención de ayudar a los animales no ha quedado solo en un lugar físico. Claudia es el ejemplo que llena de orgullo a sus hijas, quienes hace un año iniciaron DogCrowd, un emprendimiento para el cuidado animal. Pues, luego de conocer cientos de casos, se dieron cuenta que algunas situaciones de abandono se dan porque las personas no saben cómo educar a sus mascotas.

DogCrowd ya cuenta con 2.500 seguidores en instagram y crea contenidos relacionados al cuidado de las mascotas. La presencia en redes sociales también es fuerte por parte del Santuario, que tiene alrededor  de 10 mil seguidores en Facebook.

Claudia también les dio un propósito de vida, pues Valentina y María Paula ya están decididas a continuar trabajando con animales. Ambas quieren dejar una huella en la sociedad. Si no hubiera sido por su madre, no habrían descubierto su pasión.