Deportes

Nairo, antídoto contra el cinismo

El ciclismo colombiano ofrece un soplo de aire fresco. ¿Se puede creer?

Estas cosas se deben decir cruzando los dedos, como una expresión de deseos antes que una afirmación, pero allí va: el ciclismo colombiano, en particular Nairo Quintana, es un antídoto contra el cinismo y la incredulidad.

Una oleada de informaciones recientes sobre irregularidades (o algo peor) en diferentes ámbitos del deporte organizado, en particular el fútbol, han acentuado la desconfianza del público sobre la integridad de las instituciones.

Llama la atención que sea el ciclismo el que ofrezca la noticia más excitante y positiva, en un marco de consternación ante las revelaciones de corrupción en la adjudicación a Qatar de la sede del Mundial de Fútbol de 2022, como lo denunció ayer, con una copiosa documentación, el 

 británico.

A esto se podría agregar las denuncias acerca de numerosas víctimas fatales en el sector de la construcción de infraestructura en Qatar, así como el despilfarro que muchos brasileños repudian en vísperas del comienzo del Mundial 2014.

El Giro colombiano

El desenlace del Giro de Italia, que ayer concluyó en Trieste, no podrá repetirse en el Tour de Francia, ya que Nairo no participará, aunque de seguro aspira a mejorar su segundo puesto del debut el año pasado. 

BBC Mundo ha informado ampliamente sobre esto. Natalia Guerrero nos contó la semana pasada sobre  rivalidad entre Quintana y Rigoberto Urán; también, la redacción se preguntó Por qué los ciclistas colombianos son tan buenos.

Esta reafirmación del poderío de los "escarabajos" es como un soplo de aire fresco en una habitación sellada por el cinismo y la incredulidad popular.

El cinismo

El cinismo es el defecto de carácter más habitual en el plano deportivo, por lo que conviene conocer exactamente su significado moderno: el diccionario de la Real Academia Española dice que es "desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables".

Otra acepción muy difundida, aunque no de la Academia, sugiere que el cínico es aquel que siempre piensa mal de las intenciones y hechos de los demás.

No hace mucho el ciclismo tuvo como protagonista y modelo de conducta a un atleta corrupto, acaso amparado por dirigentes poderosos, especialista en denunciar la supuesta corrupción de las personas que querían desenmascararlo y debieron someterse al escarnio o la indiferencia pública.

El cinismo enmascara la corrupción, en el ejemplo clásico del funcionario que justifica sus mordidas diciendo que las pide para una buena causa o para su partido, como el conocido político argentino que hace unos años lo explicó en términos que ingresaron en el folklore político: "Yo robo para la corona".

"Ya fue robado"

"Todo lo que tenía que ser gastado, robado (durante la organización del mundial) ya lo fue", escribió la semana pasada en su cuenta de Instagram Joana Havelange, presidenta del Comité Organizador de Brasil 2014.

En otras palabras, no protesten, que lo robado ya fue robado y no podrán cambiarlo.

La nieta de Joao Havelange, expresidente de la FIFA, e hija de Ricardo Teixeira, expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (quien renunció en 2012 entre acusaciones de corrupción) se disculpó ante la FIFA por esta frase, que por sí misma es un ejemplo claro del extendido cinismo en esferas oficiales.

Ejemplo del ciclismo

Todo esto, y mucho más que está en la información (¿arreglo de partidos, tal vez?), contribuye a un creciente descrédito del deporte organizado.

El ciclismo, en vez de darnos otro escándalo, aporta esta vez un nuevo capítulo de una de las aventuras más singulares del deporte internacional: la vigencia de los pedalistas colombianos en la escena europea.

Los únicos que pueden devolver al ciclismo la confianza popular son… los ciclistas. Este Giro de Italia, como el Tour del año pasado, nos dice que una nueva generación está golpeando a la puerta: knock knock, ¿quién es?

Quién es Nairo

El relato moderno de la aventura deportiva nos llega principalmente a través de imágenes, en fotos y películas: hasta el periodismo escrito, capaz de ofrecer atisbos de la subjetividad de los personajes, se concentra en informes complementarios de la imagen, nos describe lo que hacen, no lo que piensan.

Pero el ciclismo todavía tiene a periodistas que saben leer entre líneas, que comparten la ruta y los hoteles, hasta las sobremesas de los protagonistas.

Retrato familiar

Uno de ellos, Carlos Arribas, de El País, nos cuenta con sencillez la cena del jueves en una habitación de hotel en las Dolomitas: son las 11 de la noche, Nairo rodeado por sus padres y su esposa Paola, quien sostiene a Mariana, de cuatro meses, que toma el biberón; afuera, truenos y relámpagos.

Arribas insiste en la imagen de Mariana, "tan calma como su padre", y con esa simple frase retrata al personaje, que es un campeón campesino, que a los pocos meses, la edad de su hija, estuvo al borde de la muerte por una de esas razones misteriosas que acechan a la buena gente en los pasos de la montaña.

Hoy la montaña ya no tiene secretos para Nairo Quintana.

Cuesta mucho no creer en este hombre, aunque el cinismo y la incredulidad nos recomienden la desconfianza.

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